martes, 4 de noviembre de 2014

Bellum Spartacium. La Guerra de Espartaco.

Hoy volvemos a viajar a la Roma antigua para sumergirnos en la vida de un rebelde que murió como un héroe y cuyo cuerpo nunca fue encontrado. Para comprender su revuelta tenemos que retrotraernos un siglo antes. La Segunda Guerra Púnica (218-201) trajo consigo una crisis de la pequeña propiedad campesina en la península Itálica. El ejército de Anibal (An-Baal Barduk o Bardak para los amigos) la había devastado y las levas militares afectaron a un gran número de campesinos libres. Los cincuenta años posteriores de guerras victoriosas agravaron la situación, Italia estaba exhausta y el ingente botín no había enriquecido a todos por igual; la mayor parte sólo benefició a una pequeña facción de las familias senatoriales. El Senado se mostró contrario a distribuir tierras a la numerosa masa de campesinos empobrecidos que no tenían otras opciones que engrosar el proletariado urbano, enrolarse en el ejército o alquilarse como braceros en los latifundios de los terratenientes; aunque en ellos se preferían emplear a esclavos antes que a hombres libres. Había un malestar social latente y así lo demuestran la llamada"guerra servil" (de servus, esclavo; 136-132 a.C.), en la que un esclavo de origen sirio llamado Euno se sublevó dirigiendo a sus iguales de los grandes latifundios sicilianos; las fracasadas reformas agrarias de los hermanos Graco; que fueron asesinados (133-121 a.C.); otro levantamiento de esclavos en Sicilia (104-101 a.C.) y la "guerra social"(de socii,aliados; 91-89 a.C), en la que las ciudades itálicas se levantaron en armas para exigir su ciudadanía.



No existe a ciencia cierta el año de la revuelta de Espartaco, así como la cronología de los acontecimientos y aún hoy se sigue discutiendo si fue en el 74, 73 o en el 72 a.C. La llamada "Bellum Spartacium" no comenzó con una solemne declaración de guerra sino con un acto menor, difícil de datar, de poca trascendencia e infravalorado por el gobierno romano. Coincidió con las guerras contra Sertorio (político romano afincado en Hispania y enfrentado al Senado) y Mitrídates, rey de Ponto; en Asia Menor. Roma también se encontraba sumida en una grave carestía de alimentos que había provocado ya tumultos en la ciudad. La concentración de tropas en Hispania y Oriente, unido a la crisis económica redujeron la capacidad de Roma para controlar la situación en Italia.
Mitrídates.
Sertorio.




















El episodio que provocó la revuelta tuvo lugar en Capua; la ciudad más importante de la Campania, en el ludus (escuela) de gladiadores de Cneo Léntulo Baciato. Unos setenta bravos luchadores se rebelaron contra su disciplina y los cabecillas de la revuelta eran al menos tres: Espartaco, de procedencia tracia, Criso y Enomao, probablemente de origen galo, aunque tal vez uno de ellos; quizás ambos, fuese germano. Pronto se les unieron otros compañeros y antes de huir se procuraron el mayor número de armas posible, atacando carros con armamento destinado a otras escuelas de gladiadores y desarmaron a algunos  legionarios que asaltaron por sorpresa. Se alejaron lo más posible de Capua, de Roma y de la vía Apia; que unía ambas ciudades. Fueron hacia el sur y para reorganizarse buscaron refugio en la montaña más agreste de la región, el Vesubio.

Anfiteatro de Capua, aquí luchó Espartaco.

El primer grupo de rebeldes era oriundo de Germania, Tracia y la Galia Transalpina, pueblos orgullosos aún no sometidas al yugo romano. No eran simples esclavos, sino hombres excepcionales: gladiadores. Encontrar elementos con la inteligencia, el coraje y el físico para este oficio no era tarea fácil y menos aún entrenarlos, enseñarles las mañas, las argucias de la profesión y prepararlos para salir a morir a la arena del circo; unos verdaderos luchadores de élite.
 Espartaco no era precisamente un esclavo, soldado tracio de un pueblo tributario de Roma, desertó del ejército para convertirse en salteador de caminos. No se sabe cómo llego a gladiador, aunque no es inverosímil suponer que fuese el resultado de un pacto para redimir sus crímenes. Entre los gladiadores de la época, los tracios eran considerados los más valientes, "tracio" se usaba como sinónimo de buen gladiador. Fue en el Vesubio donde su personalidad se afirmó por encima de sus compañeros de fuga. No obstante, Criso daría muestras de insubordinación y  toda la "guerra de Espartaco" está marcada por inexplicables cambios de frentes y divisiones de fuerzas que poco dicen de un mando único e incontrovertible por parte de Espartaco.




 Las "fieras rabiosas"; así definen las fuentes romanas a los rebeldes, no se les hace la guerra, se les caza sin piedad. Así improvisaron algunas escasas tropas deficientemente instruidas porque no creían que sería necesario realizar auténticas acciones bélicas, sino de perseguir y exterminar a una banda de maleantes; que equivocados estaban. El primero que contactó con los rebeldes fue Clodio Glabro, legado del pretor Publio Varinio, que con sus 3.ooo hombres intentó cerrar la única vía de salida de la guarida del Vesubio donde aquéllos estaban refugiados. Su objetivo era retenerlos hasta la llegada del pretor al mando del resto de las tropas. Pero los sitiados, haciendo gala de su preparación atlética escaparon por los acantilados con unas escaleras improvisadas con vides entrelazadas y se lanzaron sobre el campamento de Clodio por la retaguardia y los soldados sorprendidos se dieron a la fuga.


Mirmillón, especialidad de lucha que practicaba Espartaco.

Esta audaz victoria causó una gran impresión entre los pastores y los campesinos de la región; tanto libres como esclavos. Espartaco obtuvo sus primeros refuerzos, era gente no apta para un enfrentamiento frontal contra las disciplinadas legiones pero muy apropiada para una guerra de guerrillas. Cuando llegó el pretor a Espartaco le fue relativamente fácil hacerle dividir sus fuerzas y los atacó por sorpresa derrotándolos de forma aplastante. Después de la batalla y mientras los romanos se replegaban desordenadamente, su grupo aumentó nutriéndose tanto de esclavos fugitivos como de hombres libres. Este flujo de nuevos voluntarios deseaban participar con el ingente botín distribuido en partes iguales o, al menos, dando a cada uno una parte, esclavos incluidos. Parte de la Campania cayó en sus manos, saquearon los pueblos de la región y algunos centros importantes como Nola y Nocera. Pasaron después a la Lucania, devastando las ciudades de Metaponto y Turio, se movían en varias columnas estando la más numerosa al mando de Espartaco (unos treinta mil hombres) y la de Criso con unos diez mil, ya que Enomao había muerto en una de las acciones precedentes. El total de las fuerzas rebeldes, contando a las dos columnas móviles, los simpatizantes locales y los encargados de bloquear los puntos estratégicos no debía estar lejos de los setenta mil hombres de los que nos hablan las fuentes.



Como ya vimos antes, las fuerzas de Espartaco no estaban constituidas sólo por esclavos. La condición de gladiador no presupone dicha categoría jurídica y algunos textos se refieren a los amotinados con los términos "multitud" y "populacho" y, junto a esclavos fugitivos, también mencionan explícitamente a pastores. Tampoco es probable que su líder les prohibiese poseer oro y plata y que comprase sólo a los mercaderes bronce y hierro para fabricar armas.Es más verosimil suponer que la movilidad de las bandas rebeldes, tanto para huir de los romanos como para procurarse los suministros necesarios, impidiese en la práctica amasar un pesado botín y tomar prisioneros. De ahí las noticias de masacres y demás actos de violencia realizados sobre el terreno y la legendaria prohibición del oro y la plata.
A principios del año 72, después de las primeras derrotas, Roma se vio obligada a mandar contra los rebeldes los ejércitos de los dos cónsules; máximas autoridades civiles y militares de la República. En la primavera de aquel año, Lucio Gelio Publícola y Cneo Léntulo Clodiano prepararon dos ejércitos bien pertrechados y marcharon contra el enemigo.




Las bandas rebeldes habían invernado en Lucania y los romanos temían tanto que prosiguiesen hacia el sur en dirección a Bruttium (la actual Calabria), como que avanzasen hacia el norte por la costa Adriática. La peor posibilidad era la primera, pues desde Bruttium podían pasar a Sicilia y devastar "el granero de Roma" de aquellos tiempos; que después sería Egipto, generando un período de carestía para la ciudad. Así Gelio se apresuró con sus legiones hacia Lucania y Apulia para cortarles la ruta al Bruttium e intentar dirigirlos hacia el norte, donde los esperaba Léntulo en el Piceno. La estratagema tuvo éxito siendo el enemigo empujado hacia el Adriático. Alcanzados en las en las estribaciones del monte Gargano (Apulia), veinte mil rebeldes a las órdenes de Criso fueron masacrados por las legiones de Gelio. El mismo Criso murió en la batalla, mientras que los supervivientes; unos diez mil, consiguieron reunirse con Espartaco que remontaba la costa Adriática. Muchos han querido ver en este episodio las nefastas consecuencias entre las malas relaciones entre los dos líderes pero, no parece probable que los hombres de Criso fuesen un grupo disidente; más bien podría tratarse de la retaguardia o de diversos grupos de rezagados. A pesar de este serio revés nuestro protagonista continuó hacia el norte, evitando enfrentarse en una batalla campal a ambos cónsules, a los que causó importantes pérdidas en diversas escaramuzas.



De victoria en victoria Espartaco llegó hasta Módena, no sin antes organizar una lucha de gladiadores entre trescientos prisioneros como exequias en honor a su camarada muerto. En Módena derrotó al procónsul de la Galia Cisalpina pero en vez de adentrarse en el valle del Po, dieron media vuelta y retomaron camino hacia el sur. No parece ser que tuviese realmente la intención de cruzar los Alpes, pues la derrota del procónsul suponía el último obstáculo militar que se lo impedía. Para aportar más luz a su extraña decisión y aunque en sus tropas habían galos, germanos y tracios, la mayor parte estaba formada por itálicos del sur. Por consiguiente, fracasada la estrategia de Léntulo y Gelio, los amotinados no tenían ninguna necesidad de adentrarse en tierras inhóspitas. Además debemos considerar que en el S. I a.C, la pequeña propiedad campesina en dicho valle era muy próspera. Después de la Segunda Guerra Púnica muchos pequeños campesinos libres habían trabajado duramente aquellas tierras colonizándolas y sabía que no lo iban a recibir con las manos abiertas.



A finales del año 72 a.C Roma debió aceptar que sus cónsules habían fracasado y el Senado; después de infravalorar la revuelta, pasó a sobrevalorarla, viendo en el gladiador tracio a un nuevo Aníbal y se rumoreaba que iba a marchar hacia la misma Roma. Esta intención parece inverosímil, ya que no tenían la organización ni el equipo necesario para sostener un asedio de dichas características. Además sabían que corrían el riesgo de verse sorprendidos por la espalda por los refuerzos venidos de Hispania y Oriente. Pero era tan grande el temor a esta posibilidad que llevó al Senado a decretar medidas excepcionales. Se procedió así a conceder poderes extraordinarios al ambicioso pretor Marco Licinio Craso, personaje conocido por su falta de escrúpulos y su brutalidad. Viendo que Espartaco marchaba hacia al sur, envió las dos legiones  que habían quedado operativas de los ejércitos de los dos cónsules, bajo el mando de su lugarteniente Mumio al Piceno mientras él organizaba en Roma siete legiones. Su estrategia se basaba en que su segundo mantuviese vigilados a los disidentes, pero Mumio no supo atenerse a esas órdenes y atacó. Sufrió una severa derrota, entre otras causas porque sus hombres huyeron ante el enemigo.



Marco Licinio Craso(115-53 a.C).

Para restablecer la disciplina, Craso utilizó el despiadado sistema de diezmar a la tropa que había huido ante el resto del ejército que había formado, ejecutando por sorteo a cincuenta legionarios elegidos de entre un grupo de quinientos. Una vez reforzada su autoridad, en la primavera del año 71 a.C. emprendió una fulgurante campaña contra Espartaco, que había invernado en Lucania. Su intención era alejarlo de Roma y derrotarlo antes de que llegaran los refuerzos procedentes de Oriente e Hispania, quería para él los honores de la victoria. No obstante, lo único que consiguió fue empujar a Espartaco hacia el Bruttium, con el peligro que pasase a Sicilia. Pero los piratas cilicios con los que el tracio había pactado el pasaje lo traicionaron y huyeron con el pago establecido; para algo eran piratas digo yo. La preocupación de que Espartaco pasase a Sicilia y reavivase la revuelta servil en la isla parece exagerada. No hay datos para creer que en algún momento el gladiador pretendiese trasladar la totalidad de sus fuerzas a dicha isla; quizás, en todo caso algunos destacamentos. Por otra parte Sicilia se había estabilizado, situación que favorecía a Roma.



Los piratas cilicios se aventuraron a saquear grandes navíos en alta mar, como los de la imagen. Pintura mural de la casa de los Vettii en Pompeya.




















Acorralado Espartaco en el extremo meridional de la Península, el cónsul puso en práctica su peor táctica, levantó un muro de unos 55 km entre el mar Jónico y el Tirreno para encerrar a los enemigos. Espartaco, cuando lo creyó oportuno concentró un tercio de sus fuerzas en uno de sus puntos y lo atravesó con facilidad. El Senado, desconfiando ya de las capacidades de Craso reclamó el retorno de Pompeyo que se hallaba en Hispania y que había derrotado a Sertorio. Desembarcó en Etruria y marchó rapidamente hacia el sur, esto obligó a Craso a perseguir con saña a los rebeldes y acabó con un nutrido grupo de galos dirigidos por Castro y Canico. Por su parte, Espartaco derrotó y puso en fuga a las tropas de Quincio; un oficial de Craso, y del cuestor Scrofa.





La situación de los rebeldes comenzaba a ser delicada. Si marchaban al norte se toparían con Pompeyo por lo que el tracio escogió la ruta de la Apulia, pero para su desgracia desembarcaba por aquellos días en Brindisi Marco Terencio Varrón Lúculo, proconsul de Macedonia, reclamado también por Roma para estrechar el cerco y Espartaco decidió plantar cara a Craso. No se sabe exactamente dónde se libró la última batalla: en la desembocadura del Sele, en Lucania, o tal vez en Apulia no lejos de Brindisi. Antes del enfrentamiento, Espartaco se hizo traer su caballo y ante la atónita mirada de los presentes lo mató con su espada diciendo:" Si venzo, tendré muchos: los del enemigo; si pierdo, no necesitaré caballo alguno". Un echo que podría ser tildado de necio podría estar relacionado con algún tipo de ritual de sacrificio de los pueblos de Tracia (lugar de grandes jinetes), la tierra natal de Espartaco. Aunque el jefe rebelde llevó la iniciativa la victoria se decantó del lado de Craso. La tradición nos cuenta que en el campo de batalla murieron no menos de sesenta mil insurrectos. Lo más probable es que la cifra sea un tanto exagerada y que muchos pudieran huir tomando la ruta del norte cayendo en las garras de Pompeyo. Otros se desperdigaron por el Bruttium y hasta el 62 a.C no consiguieron atrapar y derrotar a los últimos grupos de alzados.




Después de la victoria, Craso no persiguió al enemigo sino que se dirigió a Roma para reclamar los honores del triunfo, no sin antes crucificar a seis mil prisioneros a lo largo de la vía Apia, entre Capua y Roma. No obstante, considerando el Senado que una victoria contra esclavos y gladiadores era deshonrosa, sólo le concedieron un reconocimiento menor, la ovación, a diferencia de Pompeyo, que entró triunfalmente en Roma por haber vencido a Sertorio y aniquilar al resto del ejército de Espartaco. Craso lo intentó años más tarde cuando compartía triunvirato con César y Pompeyo y marchó con siete legiones a luchar contra los partos. Allí junto con su hijo halló la muerte. Fue decapitado y su cabeza mandada al rey Orodes II. Este veía una representación de "Las Bacantes" de Eurípides  y el emisario lanzó la extremidad al escenario, allí la cogió el actor Jason de Tralles que recitó con ella en la mano: "Traigo desde el monte un tallo recién cortado para el palacio, caza bienaventurada".

Escultura de Espartaco, de Denis Foyatier.


La muerte de Espartaco.

Según Plutarco, Espartaco se precipitó en medio del tumulto, allí donde el combate era más intenso en busca de Craso y al no encontrarlo mató a dos centuriones que lo atacaron. Cuando en torno suyo empezó a producirse la huida fue rodeado por un gran número de enemigos y abatido, mientras se defendía a pie firme. Apiano nos cuenta que fue herido en un muslo por una jabalina. Entonces, caído de rodillas y sin escudo, resistió hasta que fue muerto. Añade además que su cuerpo jamás fue hallado. Ambas versiones tienen el final deseado para todo guerrero; morir heroicamente en combate. No obstante, ¿cómo explicar que, según Apiano, el cuerpo nunca fuese hallado?. El cadáver pudo acabar mezclado entre los miles del campo de batalla. Tampoco hay que descartar que pudiese huir. En la denominada "Casa del sacerdos Amandus", de Pompeya se halló una pintura en muy mal estado de conservación. En ella un guerrero a caballo identificado como "Spartaks", herido en el muslo es perseguido por un jinete que lo alcanza y le da muerte; algunos investigadores consideran que las imágenes representan la batalla final entre Espartaco y Craso.


Mural de la"Casa del sacerdos Amandus".


Su nombre y su legado.

Spartacus o Spartakus es un nombre de origen tracio y está relacionado con el antiguo y belicoso pueblo de los sparti. No parece ser éste su verdadero nombre, sino más bien su nombre de gladiador; como quién dice, su nombre artístico. Los mismos romanos después de tres años de campaña crearon una imagen que lo convertía en un grandísimo general, en un nuevo Anibal que despertó una cierta admiración entre sus adversarios. Plutarco decía de él que poseía no sólo un gran coraje y fuerza física, sino también de una inteligencia y cultura superiores a las que se podía esperar de un personaje de su condición. Siglos después, Karl Marx lo consideraba "el genuino exponente del proletariado antiguo". Así, en la convulsa Alemania de 1916 el movimiento espartaquista (origen del partido Comunista Alemán) tomase su nombre del rebelde y según Lenin, habría sido el héroe de una de las más grandes revueltas serviles de la historia. La filmografía nos muestra al gladiador como un luchador contra la tiranía, la realidad debió de ser otra, no se movió por un afán de justicia sino por el odio hacia los amos y el ansia de botín.


El ballet “Espartaco”, obra del compositor Aram Khachaturian 








































* En la serie de T.V (muy bien ambientada historicamente) aparece en los últimos capítulos un joven Julio César. Parece poco probable que participara en dicha campaña, ya que en el año 73 a.C fue elegido pontifex, entrando en dicha organización religiosa; el Colegio de Pontífices. Cuando iba hacia Rodas a estudiar filosofía y retórica con Apolonio Molón fue apresado por los piratas cilicios. Cuando fue pagado su rescate formó en Mileto una escuadra y los persiguió, los capturó, los degolló y los crucificó, por lo tanto estaba muy ocupado por aquella época. Eso sí, de forma indirecta vengó a Espartaco de la traición de los piratas y de la muerte del resto de su ejército a manos  de Pompeyo.







Bibliografía.

*"Historias". Salustio.
*"Vida de Craso". Plutarco.
*"Historia de Roma". Apiano.
*"La guerra de Espartaco". Barry Stauss.
*"Conquistadores y esclavos". K. Hopkins.
*Revueltas de esclavos en la crisis de la República". Sanchez León.
*"Batallas decisivas". J.F.C. Fuller.
*"Espartaco. La rebelión de los esclavos". Max Gallo.











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