sábado, 11 de octubre de 2014

Las Tríadas Chinas.



Hoy volvemos al lejano oriente para hablar de mafiosos de ojos rasgados y expertos en kung-fu. Su nombre evoca el triángulo equilatero, que según el pensamiento budista, unía el equilibrio entre el cielo, el hombre y la tierra. Sus orígenes se remontan a principios del S. XVIII y según una romántica versión estaría en la heroica resistencia de un grupo de monjes del monasterio Shaolin contra la nueva dinastía manchú de los Qing; que era vista como invasora por parte de los chinos. La realidad histórica es mucho más cruda y negra. Nacieron en la provincia costera de Fujian, un territorio pobre, inseguro, por el que solían merodear ladrones, bandoleros y señores de la guerra. Ante tanta inseguridad, en ciertos pueblos comenzaron a nacer sociedades de mutuo apoyo que aprovecharon su infraestructura para convertirse en bandas de delincuentes, comprobaron que su organización no sólo les permitía defenderse de agresiones y extorsiones, sino también practicarlas con otros; era mucho más rentable. Para reforzar su cohesión interna adoptaron el secretismo, códigos de reconocimiento y rituales de iniciación, que obligaban a guardar los secretos así como fidelidad a los dirigentes. La primera que destacó fue la Asociación del Cielo y la Tierra, que acabó siendo el mayor exponente de las tríadas. Tenía esta banda mafiosa como una de sus señas de identidad su oposición a la dinastía reinante, así que reforzaron su clandestinidad ante la persecución que sufrían por parte de las autoridades. Rechazaban la penetración de las potencias occidentales, por lo que en el S. XIX participó activamente tanto en la subversión contra el poder, como en las revueltas contra los extranjeros conocida como la rebelión de los bóxers. Pero a pesar de ser enemigos de las potencias occidentales, vieron que el próspero comercio que se activaba con su llegada era una manera fácil de obtener pingues beneficios. Por ello se extendieron con fuerza por todas las ciudades portuarias de la costa de China, convertidos ya en grupos de criminales haciendo del contrabando del opio su principal actividad. Cuando en 1911 fue derrocado el régimen imperial y se proclamó la República, un partido nacionalista se alzó con el poder (el Kuomintang). El nuevo hombre fuerte pasó a ser el general Chiang Kai-shek y el poder de las tríadas no menguó sino que aumentó. 
Las principales ciudades costeras tenían administraciones o concesiones europeas y en ellas la actividad comercial era muy intensa. La más próspera era Shanghái donde franceses, británicos y chinos se repartían el control; o el bacalao como decimos en el antro. Aquí la corrupción había conseguido cotas muy elevadas, era muy fácil delinquir en una zona mientras se residía o se ejercía un cargo político en la otra. En esta ciudad floreció la llamada Banda Verde, originalmente una sociedad benéfica de barqueros que acabó siendo otra tríada mafiosa dedicada al tráfico de opio. Dominaba a la policia, a la banca y a los políticos. En 1927 dio un paso más al forjar una alianza de sangre con Chiang Kai-sheck a cambio de asesinar a miles de comunistas que con sus huelgas estaban amenazando  la hegemonía del general. Se hicieron con todo el mercado del opio, del negocio del juego y la prostitución en la ciudad. Con la guerra y la victoria comunista en 1949 las tríadas casi desaparecieron de la escena, pero pervivieron en Taiwan y en los cientos de barrios chinos que la diáspora anticomunista estableció por todo el mundo. Sin embargo, tras la muerte de Mao-Zedong, su poder a vuelto a resurgir. Las ansias por mejorar su nivel de vida han hecho que millones de chinos traten de emigrar, muchos de ellos ilegalmente. Por tanto, el tráfico de emigrantes irregulares se ha convertido en su negocio más lucrativo actualmente, sin dejar de lado el tráfico de heroína, el juego ilegal, la falsificación de tarjetas de crédito, el blanqueo de capitales o la prostitución. Una familia china puede pagar hasta 40.000 dólares por enviar a un joven a U.S.A o Europa dentro de un
contenedor, con el grave peligro para su vida que ello conlleva. Llegados a su destino son obligados a trabajar en régimen de semiesclavitud en talleres textiles clandestinos o en restaurantes, hasta que acaba de liquidar su deuda. Después puede instalarse por su cuenta o se emplea en alguno de los diversos barrios chinos, en donde el negocio legal suele servir de tapadera para actividades delictivas de toda clase. Por supuesto, deberá pagar siempre una extorsión a la organización que lo trajo. Para eludir las acciones policiales y las delaciones, cada miembro de una tríada suele conocer sólo a otros dos miembros de ésta(el que le da  órdenes y el que las recibe de él), lo que reduce al mínimo el riesgo de que una detención pueda acabar con toda la organización. Una vez vinieron a instalarse en el antro, pero el espectro de Bruce Lee los sacó a patadas y no vean como lucha el tipo.










































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