sábado, 18 de octubre de 2014

La Quinta Da Regaleira. Un Lugar Misterioso.



Rodeada de exuberante vegetación se esconde en la sierra de Sintra (Portugal) el complejo residencial de La Quinta da Regaleira, que a finales del S XIX fue adquirido por Antonio Carvalho Monteiro, un millonario filántropo católico, monárquico y masón que con la ayuda del arquirecto y escenógrafo italiano Luigi Manini lo convirtió en un enigmático espacio y en una joya simbólica donde convivían en sintonía símbolos relacionados con la alquimia, la masonería, los templarios...y donde se conjuran en armonía los estilos góticos y neoclásicos.
Parece evidente que la concepción religiosa del mundo que preside la Regaleira se asienta en el cristianismo, pero en un cristianismo escatológico con influencias gnosticas , apoyado en discursos míticos y en conocimientos sagrados que prometen la salvación de los fieles y el retorno de los espíritus. Es, en fin, un cristianismo imbuido de ideales neotemplarios, asociados al culto al Espíritu Santo, que encontramos en la tradición mítica portuguesa. Sus exóticos jardines son un continuo juego de cristianismo y paganismo, a su entrada una estatua de Hermes; la personificación de la sabiduría, que parece instruir a los dioses que la rodean y junto a ellos las estatuas de dos quimeras que simbolizan la ilusión y la utopía. Además del palacio, el lago, varios torreones y una capilla, sorprende un pozo iniciático. Una galería subterránea con una escalera en espiral, sustentada por columnas esculpidas que desciende hasta el fondo a través de nueve rellanos circulares. Los historiadores explican que evoca a los nueve círculos de La Divina Comedia de Dante y también a la creencia de que la tierra es el útero materno de donde proviene la vida y la sepultura a donde se volverá tarde o temprano. En el fondo del pozo hay una rosa de los vientos reproducida en mármol sobre una cruz templaria que pertenece a la Orden de Cristo, conocida como la cruz patada o cruz orbicular, emblema de los masones portugueses. Se sabe que el pozo, conectado por túneles a otros puntos de la quinta fue usada para rituales masónicos de iniciación. En el palacio, de estilo Manuelino, encontramos una sala octogonal que servía de laboratorio químico y estaba situada en una torre con la misma forma. Todo ello relacionado con el mundo masónico y templario, para los cuales el número 8 tenía un significado esotérico. En fin, si alguna vez van a Portugal, no duden en visitar este enigmático y asombroso lugar. Aquí ya hemos contratado al arquitecto, que queremos reformar el local, a ver como nos queda.













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