domingo, 28 de septiembre de 2014

Revolución y Cortesanas.

Josefina Bonaparte.



Teresa Cabarrús.
Dentro de la memoria colectiva siempre se le recuerda como emperatriz, pero Josefina Bonaparte empezó como cortesana. Llevó una vida alegre en el París revolucionario, pero como una simple estrategia de supervivencia. Durante la época de Robespierre, Marie-Joséphe-Rose Tascher de la Pagarie había pagado con la cárcel su condición de mujer del aristócrata Alexandre de Beauhanais, a pesar de que ya  hacía tiempo que se había separado de él. Digamos que esquivó la guillotina por los pelos, merced a la caída en desgracia de Robespierre. Cuando salió de una de las más duras prisiones de París, la de Les Cames, en agosto de 1794, tuvo que adaptarse a las nuevas cirscunstancias para poder sacar adelante a los dos hijos que tuvo con Beauharnais. En presidio se había hecho amiga de Teresa Cabarrús, una bella dama de la nobleza española que había ido a estudiar a Francia y allí se había convertido en amante de Lambert Tallien. Ella la ayudó a recuperar su posición y la incorporó a un círculo de mujeres que habían entablado relaciones muy íntimas con los principales responsables del Directorio, que ya se habían deshecho del sanguinario Robespierre y eran  los nuevos amos de la Revolución. Este grupo de féminas; del que también formaba parte la hermosa y admirada Juliette Récamier, fueron conocidas como Les merveilleuses (Las maravillosas). Las fiestas que organizaban para para Tallien y Paul Barras; entre otros políticos, pronto fueron la comidilla de todo París. 
Juliette Récamier.
Pusieron de moda vestirse al estilo de la antigua Roma, aunque más bien habría que hablar de desvestirse, porque apenas llevaban túnicas "Ceres" o "Minerva"; en referencia a las diosas latinas, o se ponían tejidos transparentes. Calzaban coturnos romanos con cintas de cuero y adornaban los dedos de sus pies con extavagantes joyas. Josefina se hizo amante de Paul Barras, a la que llamaba "la viciosa criolla" porque había nacido en la isla caribeña de La Martinica y era hija de una dinastía de terratenientes franceses. Barras la llevó a vivir a su casa, pagó la educación de sus hijos y la protegió. En 1795, a una de las fiestas que Josefina organizaba para su amante acudió un joven general llamado Bonaparte que quedó prendado de su sensualidad y no cejaría en su empeño hasta casarse con ella, pero eso forma parte ya de otra historia. Hasta la próxima.





















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