martes, 29 de abril de 2014

EL Coloso de Rodas.

El dios Helios en su carro. que eran subidas en grandes terraplenes para ser ensambladas



La isla de Rodas según la mitología griega se debe a un acto de creación tardío. Zeus había repartido la tierra entre los dioses, pero Helios; el dios sol que conduce todos los días al astro por el cielo con su carro, se hallaba ocupado y fue olvidado. Entonces reclamó una indemnización, una isla preciosa que desde las alturas había observado desde el cielo. Si el padre de los dioses lo complacía, él se daría por satisfecho. Zeus accedió a ello y Helios recibió la propiedad de la isla, así lo cuenta mi amigo el poeta Píndaro. Helios se casó con una bella hija de Océano, la ninfa Rode, que regaló su nombre a la isla. Los mortales que allí se asentaron construyeron una ciudad portuaria en el extremo septentrional, urbe que se puso bajo la protección especial del dios del sol con el nombre de Rodas y en su honor se levantaron cien estatuas. La ciudad alcanzó en tres generaciones gran desarrollo y riqueza y su bienestar atrajo en el año 305 a.d.C la atención de un Diadoco de Asia Menor, el temido conquistador de ciudades llamado Demetrio Poliorketes, saqueador de Chipre. Los aterrados habitantes se defendieron con el valor de la desesperación, prometiendo a su dios tutor una gigantesca estatua que hiciera palidecer a cualquier otra si los ayudaba. Demetrio tuvo que retirarse debido al coraje y valor de los defensores dejando tras de sí gran cantidad de material de  sitio  que los sitiados vendieron a un buen precio. A este dinero se sumaron los donativos y pudieron cumplir la promesa con largueza. Contrataron al afamado artista Chares, que recibió el encargo de fundir y erigir la gigantesca estatua de Helios, encargo que cumplió a conciencia,  tardó doce años en construirla y su coste fue de 300 talentos. Tuvo que ser fundido por partes que eran subidas sobre grandes terraplenes para ser ensambladas. La estatua era hueca y su estabilidad se consiguió mediante grapas de hierro y se rellenó la parte inferior con bloques de piedra. La obra medía 80 varas de altura (unos 35 metros, igual que la que el emperador Nerón mandó erigir en Roma) y su cabeza debió ser desproporcionadamente grande ; una fuente posterior nos dice que la misma tendría un volumen de 22 metros cúbicos. Que sus dimensiones tuvieron que ser mayores de lo normal es algo fácil de comprender, los griegos siempre buscaban las proporciones exactas y dada la altura de la estatua sólo así parecería de tamaño natural visto a distancia.
El rostro y la corona de siete rayos del dios estaban sobredorados y su brillo resaltaba a grandes distancias. De la posición de brazos y piernas no se dice nada en las descripciones antiguas. Ni que mantuviera sobre  su cabeza una antorcha o fuego a modo de faro, ni que abierto de piernas estuviera plantado sobre la boca del puerto. Tanto una cosa como la otra hubiera sido extraordinario, algo tan fuera de lo común que no se hubiera pasado por alto. Tampoco se habla de dos pedestales, sino de uno sólo. Su imagen proviene de la fantasía de los autores del s XVI, pero afirmarlo categoricamente sería excesivo Ya que los viejos textos permiten también muchas interpretaciones. La inscripción sagrada de su base decía: "Firme sobre la tierra lo erigió el pueblo de Rodas, alto sobre el mar, como una luz de desopresora libertad". Lo de alto sobre el mar no tiene que significar necesariamente cerca del agua, ya que puede referirse a un punto elevado de la isla y la luz puede aludir al rostro sobredorado de la estatua. Helios probablemente estaría representado desnudo y es posible que llevara una lanza y, tal vez, también un arco con carcaj y flechas. Lo de que se podía subir por su interior hasta el cuello  se dijo posteriormente; pero bien pudo ser así. El conjunto era una ofrenda gigantesca colocada en un lugar muy elevado de la ciudad, de modo que pudiera ser visto desde muy lejos. Un Helios poderoso en actitud de andar, como decía Plutarco que se representaban a los colosos. El destino de tal maravilla es conocido. Sólo 66 años después de que fuera terminado (224 a.d.C.) un terremoto lo derribó y Estrabón nos cuenta que se partió por las rodillas. Los ciudadanos quisieron erigirlo otra vez pero el oráculo lo desaconsejó. Plinio lo vio caído y nos da expresivos detalles: "Sus pulgares apenas podían abarcarse con los brazos y sus dedos eran mayores que una estatua normal viéndose através de los grandes agujeros abiertos en las grandes articulaciones los bloques de piedra que habían servido para asegurar su equilibrio". El gigante caído permaneció en esa postura un milenio, la conquista árabe de la isla en el año 653 produjo su fin definitivo. Los restos que aún quedaban fueron arrancados del pedestal y la masa de bronce fue dividida en 900 trozos y los enviaron a Siria para su posterior fundición.
La imagen del Coloso de Rodas no ha sido encontrada hasta ahora en ninguna moneda. Lo monumental está reñido con la miniaturización que exige la imagen grabada en una moneda. El Zeus de Olimpia se intentó representar entero sin fortuna y posteriormente se hicieron monedas con su cara. Si tenemos en cuenta que el Coloso era tres veces mayor que el Zeus debemos de pensar que las monedas con el rostro de Helios que se acuñaron en la isla de Rodas; recia y algo tosca, sería la cabeza de la Maravilla del Mundo elaboradas para conmemorar las fiestas de su consagración. Sus enigmas y secretos aún permanecen mudos.                                                                                                          ¿Llegaremos a descubrirlos alguna vez?

















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