jueves, 25 de julio de 2013

Los Hechizos de Carlos II.

La España en declive del último Austria fue el caldo de cultivo para inquisidores fanáticos, confesores indoctos y crédulos, frailes admirablemente cándidos o perversos, monjas que se suponían endemoniadas,mujeres que se fingían energúmenas y multitud de videntes como los que se asoman actualmente en las pantallas de T.V; la crisis hace que procreen este tipo de cucarachas.
El monarca fue fruto de los numerosos matrimonios consanguíneos de su familia, que le produjeron tal degeneración que nació raquítico, enfermizo, de corta inteligencia y estéril. Algunos estudiosos afirman que sufría el síndrome de Kinefelter.
CarlosII(1661-1700)" El Hechizado".
Mariana De Austria

Desde 1696, el monarca sufrió numerosos problemas intestinales que crearon alarma en la corte. En una fecha tan avanzada de su reinado preocupaba su salud y la falta de descendencia, por lo que se abrió un debate acerca de continuar con los tratamientos médicos a los que el monarca era sometido para conseguir la ansiada descendencia o recurrir a los exorcismos. Se solicitó un dictamen a la Inquisición, pero los consejeros del Santo Oficio no quisieron entrar en aquella polémica. Sin embargo, el inquisidor general y el confesor se decidieron por los exorcismos y fray Antonio Alvarez de Argüelles, como exorcista, dictaminó el hechizamiento del rey. El demonio le indicó que "los remedios que necesitaba el Rey son aquellos mismos que la Iglesia tiene aprobados: lo primero, darle aceite bendito en ayunas; lo segundo, ungirle el cuerpo y la cabeza con el mismo aceite; lo tercero, darle una purga en la forma en que previenen los exorcismos y separarle de la Reina". Presionaban el inquisidor y el confesor a Antonio Alvarez para que les dijera cómo había sido hechizado el rey y , tras mucha insistencia, respondió: "Que los hechizos se los había dado en 1675 la reina doña Mariana de Austria, por medio de una mujer que se llamaba Casilda, en un pocillo de chocolate, y que el maleficio le había confeccionado de los huesos de un ajusticiado en la Misericordia: que lo había hecho a fin de reinar, en tiempo de don Juan José de Austria y que Valenzuela había sido el intermediario. Daba pepugnantes pormenores acerca del filtro y insistía en prescribir como remedios lo del aceite bendecido en ayunas, ungirle el cuerpo y la cabeza y ciertas ceremonias para exorcismos"; no es de extrañar que con tal tratamiento de choque, el último Austria sólo durara cuatro años.














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